viernes, 17 de diciembre de 2010

HAS VIVIDO MUCHAS VECES

HAS VIVIDO MUCHAS VECES
En la sociedad occidental, por lo menos, se considera que la juventud lo es todo. Pero el corolario natural de esto es que a medida que uno se aleja de la juventud, los cumpleaños dejan de ser motivo de felicitación; más bien es un hecho vergonzoso e inevitable de la vida. Es una descortesía preguntarle a alguien la edad. A escondidas, las canas se tiñen, los dientes se forran o son sustituidos totalmente, los pechos y los rostros ajados son estirados, los vientres son vaciados; las varices, operadas. Realmente no lo tomas como un cumplido cuando alguien te dice que aparentas tener tu verdadera edad.

¿Podrías hablar sobre el envejecer?

La mentalidad occidental está condicionada por la idea de que tienes una sola vida, setenta y cinco años de edad; la juventud nunca volverá. En Occidente, la primavera llega una sola vez. Naturalmente existe un profundo deseo de aferrarla el mayor tiempo posible, de pretender, a cualquier precio, mantenerte joven.
Pero la idea de Oriente es que la vida no es sólo un periodo de setenta años, en el cual la juventud llega una sola vez. La idea es que, así como todo se mueve eternamente en la Existencia, la vida no es una excepción; el verano llega, llegan as lluvias, luego el invierno y el verano otra vez…, todo se mueve como una rueda.
La muerte es el final de una rueda y el principio de otra. De nuevo serás una niña y de nuevo serás una mujer joven, y otra vez envejecerás. Siempre fue así, desde el principio; y así será hasta el final… hasta que estés Iluminado que puedas saltar fuera del círculo vicioso y puedas entrar en una ley totalmente diferente. Desde la individualidad puedes saltar a lo universal.
Así que, en primer lugar, debido a la idea de que sólo existe una sola vida, Occidente se ha preocupado mucho por mantenerse joven. Y entonces se hace todo para prolongar el proceso durante el mayor tiempo posible. Esto crea hipocresía y destruye un crecimiento auténtico; además, no te permite ser realmente sabio cuando envejeces porque odias la vejez… Porque la vejez significa que el punto final no está lejos. Has llegado a tu término; sólo un silbido más, y se detendrá el tren.
La gente trata de mantenerse joven, pero ellos no saben que precisamente su miedo a perder la juventud no les permite vivirla en su totalidad.
Y segundo: el miedo a perder la juventud no te permite aceptar la vejez con gracia. Te pierdes las dos, la juventud –su alegría, su intensidad- y además te pierdes la gracia, la sabiduría y la paz que trae la vejez. Pero todo está basado en un falso concepto de la vida.
A menos que Occidente cambie, la idea de que sólo existe una vida, esta hipocresía, este aferrarse y este miedo, no podrá cambiar. Y de hecho, la vida no es sólo una; has vivido muchas veces y vivirás muchas vidas más. Por lo tanto, vive cada momento tan totalmente como sea posible; no hay prisa para saltar a otro momento. El tiempo no es dinero, el tiempo es inagotable y está tanto al alcance de pobres como de ricos. Los ricos no son ricos en lo que al tiempo concierne, así como los pobres no son pobres.
La vida es una encarnación eterna.
Lo que sale a la superficie está enraizado profundamente en las religiones occidentales. Son muy miserables al darte sólo setenta años de vida y si tratas de calcularlo, casi una tercera parte de tu vida se perderá en dormir; otra tercera parte la gastarás en procurarte comida, ropas y casas. Lo poquito que queda tendrá que ser para la educación, partidos de fútbol, películas, discusiones estúpidas, peleas. Si en setenta años de vida, puedes ahorrar siete minutos para ti mismo, te puedo contar entre los hombres sabios. Pero es muy difícil incluso ahorrar siete minutos en toda tu vida. ¿Cómo puedes encontrarte a ti mismo? Y ¿cómo puedes conocer el misterio de tu ser, de tu vida? ¿Cómo puedes entender que la muerte no es el fin?
Porque no has vivido la vida misma, te vas a perder, también, la grandiosa experiencia de la muerte. Si no fuera por esto, no habría que tener miedo a la muerte. Es un hermoso dormir sin sueños; el descanso que necesitas para moverte a otro cuerpo, silenciosa y pacíficamente. Es un fenómeno quirúrgico, es casi como una anestesia. La muerte es un amigo, no un enemigo; y una vez que entiendes a la muerte como tu amigo y comienzas a vivir la vida libre del miedo; setenta años es un espacio muy corto de tiempo…
Si tu perspectiva se abre a la eternidad de la vida, entonces la velocidad de todo se reduce; entonces, no hay necesidad de ir deprisa. En todas las cosas la gente va corriendo. Yo he visto personas agarrando su maletín de trabajo, metiéndole cosas dentro, besando a su mujer –sin ver si ésta es su esposa o alguien diferente., diciéndole adiós a sus hijos… Esto, no es manera de vivir. ¿Y a dónde te diriges con tanta prisa?
La prisa viene a ser más importante que el lugar de destino, y la prisa se ha hecho tan importante porque la vida es muy corta, y ¡tú tienes que hacer tantas cosas! A menos que las hagas deprisa, no puedes sentarte en silencio ni siquiera unos minutos; parece una pérdida de tiempo. En estos breves minutos podrías haber ganado algo de dinero… ¿Pierdes el tiempo si cierras los ojos!... y además, ¿qué es lo que hay dentro de ti?
Occidente no tiene tradición mística; es extrovertido, mira hacia fuera. ¡hay tanto que ver! Pero no es consciente de que dentro, no sólo hay esqueleto, hay algo más allá del esqueleto. Tu consciencia. Y cerrando los ojos no te encontrarás con tu esqueleto. Esto es tu consciencia. Y cerrando los ojos, no te encontrarás con tu esqueleto, te encontrarás con tu propia fuente de vida.
Occidente necesita un acercamiento profundo a su propia fuente de vida; entonces, no habrá prisa. Disfrutarás cuando la vida traiga la juventud, disfrutarás cuando la vida traiga la vejez y disfrutarás cuando la vida traiga la muerte. Uno sólo conoce una cosa: cómo disfrutar de todo lo que nos llega, cómo transformarlo en una celebración.
A esto yo lo llamo la religión auténtica. Es el arte de transformarlo todo en una celebración, en una canción, en una danza.

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